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El Bocas

El Ministerio de la Esperanza

Esta historia, que nació hace poco de repente y sin avisar, ha sido escrita en unos minutos, sin reflexionar, sin pararme a pensar, simplemente con lo que salía en el momento. Por algunas frases un "homenaje" pobre, manco y cojo al estilo sabinesco, por otras una historia más que leer. Que la disfrutéis.

 

 

Hoy estuve en el Ministerio de la Esperanza, donde la alegría y la ilusión bailan alrededor de la incertidumbre. Llamé al timbre varias veces, ya que hacía tiempo que estaba ahorrando para poder optar a una oportunidad de ésas que son tan importantes para hacer cosas, pero nadie abrió. No dudé en llamar una vez más, y otra, pero al parecer no había nadie en el interior. La resignación, que es una de esas palabras tan feas y largas que alargan la sombra de la tristeza, no figuraba en mi diccionario de palabras malsonantes, tímidas y descompuestas que es mi vocabulario, así que esperé por si venía alguien con la llave. Después de tanto tiempo esperando, un poco más no importaba. Casi me había dormido cuando levanté la vista, los ojos entrecerrados y la visión borrosa por el sueño y el cansancio. Una mujer se acercó lentamente hacia mí, hacia la puerta. Me miró extrañada, como si hubiese visto un fantasma, y llamó. “No hay nadie”, empecé a decirle, pero antes de terminar se oyó una cerradura al otro lado, la puerta se abrió y la mujer pasó. Incrédulo, pensando que quizás estaba soñando, me levanté apoyando las manos en la pared, a mi espalda, con prisa por si la persona que había abierto la puerta se iba y no me oía. Golpeé con los nudillos una, dos, tres veces sin obtener más respuesta que la de una hoja mecida por el viento que pasó junto a mí sin tan siquiera tocarme. Pensé en mil razones distintas, tratando de encontrar lógica a todo aquello, y mientras pensaba llegó otra persona y pasó, y luego otra, y otra más. Desesperado, desesperado a las puertas de la esperanza, cesé en mi empeño y me derrumbé.

Ahora me encuentro en el desguace de las ilusiones rotas, juntando cachitos de aquí, cachitos de allí para volver a tener una. Porque yo nunca pedí que me diesen un strike; tan sólo que me diesen la oportunidad de lanzar la bola.

3 comentarios

laura -

Asi no se vale te estás guardando todas tus maravillas para ti solo ofu :(.

laura -

Ángel...

Marina -

Bueno, te comentare a pesar de tu "no insistencia" en que te comentemos ;P
No me epseraba una historia mas omenos triste (o mejor dicho desesperanzadora), pero me ha gustado mucho, si es que escribas lo q escribas te sale bien, no se como lo haces ;P