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El Bocas

Menú del día: levantar ampollas.

Volvemos fuerte. Bueno, vuelvo fuerte, pues acabo de mirar a mi alrededor y únicamente comparto el blog con un matojo seco del viejo oeste que se pasea en cueros en derredor. Esta vez no hay historias, poesías o escritos con moraleja, sino opinión. Juré hace tiempo que no utilizaría este blog para ello, y que en él únicamente se contarían historias. Pero mira, como eso me lo juré a mí mismo y tras hablarlo un rato he decidido que no me molesta faltarme a mi palabra, hoy me despeloto verbalmente y hablo después de tanto tiempo callado. Y lo hago con un tema que a día de hoy está muy de actualidad: el aborto. Uh, ah, alboroto y jaleo general. Podría haber hablado sobre el terrorismo, sobre la guerra, sobre el porqué según Solbes son las propinas de 20 céntimos las que están hundiendo nuestra economía... ¿por qué entonces este tema y no otro? Bien, la razón es muy sencilla. En lo referente a los mencionados anteriormente, siempre he tenido una opinión realmente clara y nítida. Incuso en lo de Solbes, aunque la absurdez del tema me cogiese a contrapié. Pero siempre que me preguntaba sobre qué opinión me merecía el aborto la respuesta era la misma: no he pensado sobre el tema y por lo tanto no tengo una idea formada. Hasta hace uno o dos años, no recuerdo bien. Fue entonces cuando conocí el tema de mano de una de las personas que quizás sin saberlo más me ha influído y a quien, a pesar del tiempo que hace que no nos vemos, sigo admirando como el primer día. Una gran amiga, cuyo nombre ahora no es de importancia para el desarrollo del tema que nos ocupa, me contó que había abortado. Fue una sorpresa, sin duda, pero más lo fue el ver que algo tan abstracto para mí se hacía tan cercano, tan próximo. Tan humano. De un plumazo desaparecieron todas las estadísticas, todos los argumentos a favor y en contra y quedó lo que de verdad importa: las personas, las historias que subyacen detrás de cada tema para el cual todo el mundo afirma tener la única solución posible. Y dejad que os diga una cosa: en su voz no vislumbré en ningún momento indiferencia. Hablaba pensativa, como hacemos todos con aquello que nos importa, que nos marca, que nos ha resultado una experiencia imborrable. Habló de cómo fue pasar por todo aquello, de los motivos (que justifiqué y sigo justificando hoy día pregunte quien pregunte) y de la difícil decisión. De esa fría clínica, de las sensaciones cuando se le estaba practicando el aborto. Y fue en ese momento, música en los auriculares y tren destino Coslada desde la estación de Atocha, cuando empecé a darle vueltas al asunto. Y a día de hoy, puedo decir sin temor a equivocarme que no estoy a favor del aborto, ni de su prohibición, sino de la libertad de poder elegir. Así de sencillo. ¡¡Mataniños, descerebrao, rojo!! Ejem, sigamos. Lo primero que yo creo que se debería hacer es un análisis concienzudo de lo siguiente: no queremos impedir a ningún niño que nazca, pero utilizamos preservativos (y no, no son sólo por las ETS) o tomamos la píldora. Y usted, el señor conservador del fondo, sí, el del bigote, deje de señalar a los demás mientras besa el rosario que he visto el calendario que tiene en su dormitorio para ver cuándo es de recibo acostarse con su mujer para que no se quede preñada (por no hablar de que usa más la marcha atrás que aparcando en línea). Católico practicante pero eso de "sexo para reproducirse" nos lo pasamos por el forro siempre que podemos, ¿eh? Bueno, llegados a este punto, se podría decir que todos, en el mismo momento en el que utilizamos técnicas para evitar embarazos, estamos cercenando vilmente el futuro del pequeño "Paquito". ¿Y cuál es la diferencia principal con el aborto? La probabilidad. Ni más ni menos. La probabilidad de que el embrión se pueda desarrollar. Suena frío, sí, y es frío, pero es así. Es algo más probable que el feto evolucione cuando hay fecundación que cuando no la hay, eso es de cajón. Pero, en esencia, ¿no estamos hablando de impedir la reproducción? Porque si se penaliza el aborto hay que penalizar también a los "condoneros", "pildoreros" y practicantes de la abstinencia. Oigan, ustedes: que sepan que están impidiendo la reproducción. "Pero es que en el aborto el niño ya existe". No, mire. Hasta que no han pasado unas determinadas semanas (las que dicta la ley justamente) el embrión puede acabar bien o degradarse por sí mismo. Es ley de vida, naturaleza pura y dura. Además, de no haberse abstenido el niño habría existido mucho antes. ¿No es eso negarle también la vida? Llegamos al límite sobre aborto sí o aborto no. Y llega la pregunta del millón: ¿quién decide si es conveniente el aborto? Bueno, la respuesta está bien clara: el Papa. Venga, que no, que era broma. Que un cura te dé lecciones sobre paternidad y relaciones sexuales es como... como que un dromedario te aconseje sobre qué abrigo ponerte. Así que ustedes métanse en sus cosas, aunque les joda lo que realmente quiero manifestar: mi creencia de que son los futuribles padres y madres quienes tienen el derecho y el deber de elegir qué hacer. Y si alguno piensa que eso de abortar es algo que a mucha gente le parece la cosa más normal del mundo y que lo podría hacer indiscriminadamente, es que o bien no sabe de lo que está hablando o es que es rematadamente gilipollas. Abortar es un hecho duro, traumático en muchos casos, y que deja huella. Siempre. Así que descuiden que quien ejerza su derecho a practicarlo libremente no lo hará ni por vicio ni por diversión. "Cariño, ¿vamos al parque o mejor abortamos?" Por desgracia para muchos, la vida no tiene cocodrilos en los polos, ni tan siquiera un sueldo fijo a fin de mes. Para muchos la vida ya es demasiada incertidumbre como para hacer pasar a otra persona por lo mismo, y sólo ellos saben si podrían salir adelante. Además, qué coño, nos damos golpes en el pecho siendo adalides de la libertad y el derecho a existir de alguien que ni siquiera existe aún y luego vamos por el mundo pisoteando gente y esclavizando a niños de África para que las playeras nos salgan baratas. Preocúpense por los que ya estamos aquí, que hay muchos y la mayoría jodidos, y dejen de ser hipócritas metiéndose en asuntos que no les incumben lo más mínimo. ¿Qué haría yo? Contrariamente a lo que mucha gente podría entender en este tocho que acabo de escribir, seguramente decidiría tener a "Paquito" (previo consenso con la madre, evidentemente). Pero este tocho no va sobre abortar. Este tocho va sobre la libertad de poder decirle a quien pretenda obligarnos a tomar una decisión sobre nuestro futuro y el de los que vienen detrás basándose en unas ideas arcaicas y anquilosadas: "Vete a tomar por el culo, que sobre mi vida decido yo". Formemos a las personas para que puedan decidir sobre su vida con juicio y libertad. Libertad... ¿a que da miedo, Benedicto?

 

En fin, perdón por el tocho pero es que era un tema que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo. ¡Para la próxima algo más ligerito, palabra de yo!

2 comentarios

Juanlu -

Bueno, parece que ha habido una excepcién el el tema de no utilizar el blog como opinión. Ahí va la mia:

A ver yo sobre el aborto estoy rotundamente en contra. Y no es que me tenga que poner en la piel ni de los padres ni del embrión, como tampoco a nadie se le pasa por la cabeza ponerse en la mente del asesino para atenuarle la condena. Para mí, sencillamente en el momento de que el embrión está formado, ya eso es algo que unívocamente va a dar una persona. Esa persona ya será esa persona, valga la redundancia, si tiene la suerte de nacer. Un preservativo impide que el embrión se forme, por lo tanto me parece lo mismo que no hacerlo. Cualquier excusa para quitar el derecho a nacer y a vivir a esa persona me parece injustificable. La única que veo razonable es tras una violación. Solo en este caso estoy a favor, y con muchas dudas.

laura -

Es un tema sobre el ke tampoco tengo una opinión clara, no estoy a favor del aborto en principio, pero hay ke ver las circunstancias y como tu dices eso tiene ke verlas cada uno.

Me alegra leerte de nuevo y me gusta ke des tu opinión sobre las cosas así te conozco un poco más.