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El Bocas

En la soledad de tu compañía.

Bueno, hora ya de actualizar. Vuelvo a pegar un golpe de timón (Pérez Reverte me tiene absorto con sus novelas marineras) para escribir algo que poco tiene que ver con lo último. Espero que os guste.

 

En la soledad de tu compañía.

 

Miro. Miro la silueta que describe tu cuerpo desnudo bajo la sábana en la suave luz de la noche. Miro tu pelo, enmarañado, ahora que estás de espaldas y duermes. Oigo. Oigo tu respiración rítmica, pausada, tranquila. La oigo como oía minutos atrás tu corazón desbocado. Oigo el silencio que nos envuelve, que detiene el tiempo en este momento y que acentúa mis pensamientos. Huelo. Tu perfume, tu sudor, tu pelo una vez más. Esa tenue mezcla que floa en la habitación como un rumor que ni siquiera sabe muy bien qué contar. Toco. Tu cara, despacio, procurando no despertarte, para poder llevarme un último recuerdo de tu piel. Toco las sábanas que te envuelven, abrazándote con ellas. Recuerdo. Recuerdo tu mirada, tu sonrisa, esa que cada vez que aparece es una pequeña victoria y me hace creer un poco más en el cielo. Tu voz, tus gestos, tú. Vuelvo a mirarte. Bendigo. Maldigo. Bendigo a la noche que una vez más te ha hecho mía, y a mí tuyo, y que de momento nos une eternamente (hoy es siempre todavía, que escribió Machado). Maldigo al sol, al temible amanecer con el que, de un momento a otro, comenzarás a despertarte, abrirás los ojos y marcará el final de todo lo que una vez me importó, de todo lo que para mí era bueno. Y siento. Miedo, un miedo que me recorre por completo como un gélido escalofrío, que me obliga a abrazar cada instante de esta noche con la desesperación de quien sabe que al llegar el alba será lo único que le quede; con la serenidad triste del que sabe que la lucha está perdida de antemano y sólo puede sentarse a ver cómo la felicidad se le escapa de las manos. Porque cuando el sol aparezca y me apuñale con sus rayos, y acabe sin piedad con esta noche que tan eterna parecía, te irás. Te irás y yo no podré seguirte. Esta vez no. Y mientras tú duermes, serena, tranquila y fría, yo a cada segundo muero un poco por dentro.

4 comentarios

Laia -

Genial;)

Un besito

Juan -

Es muy bueno. No obstante, ¡no vuelvas a esconderte debajo de mi cama!jeje en serio, tiene mucha pasión y fuerza, precioso.

la floja -

GRACIAS. :D

laura -

Como me dijiste tú el otro día: brillante.

Siempre superas mis expectativas, artista. Un abrazo mi niño ;).