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El Bocas

Después de la tormenta.

¡Bueno, pues ya está hecho! Tras varios meses enfrascado en la maravillosa aventura de las oposiciones, vuelvo a las letras. Esta historia tiene ya su tiempo, pues es la que presenté al Certamen de Escritura Rápida de Coslada, allá por... abril me parece. Hacía poco que Pepe Rubianes había muerto, y se me ocurrió que qué mejor que dedicarle un pequeño homenaje a alguien que, extraña cosa, se había atrevido a pensar por sí mismo. Vaya con él este recuerdo, a estas alturas estará enseñándoles a los querubines a hacer botellones y cagándose en Dios in person. A los demás perdón por la tardanza, ¡¡pero es que aún no me creo que tenga plaza!!

 

Cinco monedas.

 

En la oscuridad, buscó a tientas con mano temblorosa el orinal bajo la cama. La lluvia repiqueteaba violentamente en la ventana del dormitorio, y sólo la tenue luz de algún rayo lejano, azulada y mortecina, plantaba batalla de forma tímida y esporádica a las sombras. Fuera, donde se acababa el relativo cobijo que ofrecían las combadas paredes del efdificio, la mayoría de la gente que antes se movía de forma acelerada buscaba ahora el refugio de un portal, de algún toldo o de la entrada de los comercios mientras que unos pocos valientes o temerarios, según se mire y según quién mire, proseguían con sus actividades calados hasta los huesos o bajo la fina tela de un paraguas. Una de estas personas era Lucía, quien se agarraba las solapaas de su vieja gabardina contra el cuello y rezaba, atea ella, porque los vehículos que bajaban por Las Ramblas desde Plaza de Cataluña olvidasen sus prisas al pasar junto a la parada del autobús en la que se encontraba. Apenas le dio tiempo a apartarse casi subiéndose al pequeño banco de la parada cuando sus peores temores se confirmaron en forma de ola de agua inundando la acera. entre pitidos y ruidos de motores. "Puto Pepe", pensó, y aprovechando que la calle quedaba unos instantes libre cruzó para telefonear desde una cabina. Aquella llamada le deparó lo mismo que las cuatro anteriores, veinte tonos antes de cortarse y cincuenta céntimos menos en el bolsillo derecho. Colgó con rabia, maldiciendo a la lluvia, a los ladrones de Telefónica y especialmente a Pepe, quien la había metido en semejante situación. Sin dinero más que para tomar el autobús de vuelta, Lucía se giró hacia una de las muchas ventanas que oteaban la avenida, sombrías muchas, amarillas varias y azules las menos. "Puto Pepe", volvió a pensar, incluso pareció susurrarlo mientras las gotas se deslizaban por su cara y sus labios. "Ya hablaremos mañana...". Y como una Dick Tracy derrotada, empapada y taciturna, decidió caminar para ir pensando qué le diría a Pepe al día siguiente. Pero Pepe, que seguía buscando a tientas su orinal y a quien, sin que usted supiera quién era dejamos abandonado unas cuantas líneas a merced de la noche, tenía otra idea muy distinta del mañana. Su corazón, agotado, desencantado de este mundo que le había tocado vivir y exhausto, había dejado de latir con normalidad. Los latidos, cada vez más lentos, eran una tétrica cuenta atrás que marcaba los últimos segundos de vida de Pepe. Siendo consciente de esto, teniendo que decidir qué hacer con sus últimos instantes, había rodado de la cama golpeando el suelo de madera con la espalda, haciendo crujir los ajados tablones, se había arrastrado bajo el somier y se había puesto a buscar el viejo orinal familiar, en desuso desde hacía años, en el que guardaba la carta para Lucía. Su carta de despedida. Tras unos segundos que fueron toda una vida lo encontró, extrajo el sobre con la carta y se tumbó, ahora sí, sin más asuntos pendientes. En la mano izquierda la carta que debía haberle entregado hoy. En la derecha, dos euros con cincuenta. Por las llamadas.

3 comentarios

C. Alberto Gil -

Oye macho lo de tener el dinerito preparado me ha parecido de descojone total. Buen relatillo. Un abrazo.

Laura -

Esta mñn no te dije nada porque no estaba segura pero como imagine, el comentario como ves arriba era mio y no de Parra (decias que en tu último post sólo tenias uno y porke le dijiste a él que te pusiera algo...). :P

Que sepas que me has dejado con las ganas no que se suponia que ibas a escribir para no sufrir consecuencias de tus admiradoras... Veo que la idea que tenias no volvío y más vale que lo haga pronto. Un beso!!

Laura -

Mola, sól que me sabe a poco, me quedo con ganas de más , no sólo de saber más detalles de esta historias (eso es obvio); sino con más ganas de tus letras. Gracias por volver!!